A un señor que conocí
en el hospital...
Mi amigo;
Al que el maldito Alzheimer, calladamente…,
se lo llevó.
┼
¡A mi amigo!
Te acompañé… ¡amigo
mío!
en tus últimos
momentos,
y me contaste tu vida
sin restar ningún
destello.
Sé que el Alzheimer
te comía,
que tu mente se
paraba,
tus palabras mal-brotaban
y casi no te
entendía.
¡Me contaste tantas
cosas
de tus pasadas
vivencias:
tus historias, tus
deseos…,
tus sempiternas creencias!
Quisiste que
retuviera
cuanto tú a mí me
decías:
¡Que yo contara a las
gentes
qué fue para ti la
vida!
Pero hoy…, que ya te
fuiste,
que ya no estás con
nosotros…,
escribo éste… ¡tu
deseo!,
para que lo sepan
todos.
Tus muy queridos
padres,
que tanto echaste de
menos,
estarán contigo ahora…
¡Allí!..
Donde habita El Ser
Eterno.