jueves, 22 de mayo de 2014






A un señor que conocí en el hospital...
Mi amigo;
Al que el maldito Alzheimer, calladamente…, se lo llevó.





¡A mi amigo!


Te acompañé… ¡amigo mío!
en tus últimos momentos,
y me contaste tu vida
sin restar ningún destello.

Sé que el Alzheimer te comía,
que tu mente se paraba,
tus palabras mal-brotaban
y casi no te entendía.

¡Me contaste tantas cosas
de tus pasadas vivencias:
tus historias, tus deseos…,
tus sempiternas creencias!

Quisiste que retuviera
cuanto tú a mí me decías:
¡Que yo contara a las gentes
qué fue para ti la vida!

Pero hoy…, que ya te fuiste,
que ya no estás con nosotros…,
escribo éste… ¡tu deseo!,
para que lo sepan todos.

Tus muy queridos padres,
que tanto echaste de menos,
estarán contigo ahora… ¡Allí!..
Donde habita El Ser Eterno.




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